16 ago 2008

Fortunino Matania (1881-1963)

Entrada de Fortunio Matania en la Enciclopedia Universal Ilustrada Espasa-Calpe


Dibujante y ilustrador italiano.
De vocación precoz, su principal e único maestro fue su propio padre, Eduardo, que le enseñó las principales técnicas, siendo el estudio de su padre su única escuela de dibujo y pintura. La creencia popular le adjudica su primer trabajo a los 9 años cuando colaboró con su padre en la elaboración de un anuncio de jabones. En 1892 expuso algunos de sus trabajos en la Academia napolitana. Su primer trabajo de ilustración constrastado se situa en 1895, cuando con 14 años realiza, juntamente con su padre unos dibujos para un libro de temática histórica. A partir de ese año 1895 y hasta 1902 formó parte de la publicación milanesa Illustrazione italiana, en la que publicaba semanalmente sus ilustraciones y dibujos.
Su trabajo comenzaba a traspasar fronteras y en 1902, la publicación Illustration Française lo llamó para entrar a formar parte de su equipo. Esta misma publicación le encarga cubrir en Londres la coronación de Edward II para la revista británica The Graphic. Una vez allí decidió establecerse, pero al cabo de tres años en Inglaterra tuvo que volver a su país para realizar el servicio de militar. Una vez finalizado, y de vuelta a las Islas Británicas, la publicación The Sphere decide contratarlo. Sus trabajos le van proporcionando admiradores, uno de ellos el rey George V, que decide contar con sus servicios como dibujante e ilustrador para su visita por la India en 1911.
1914. Estalla la guerra. The Sphere le encarga que cubra el conflicto casi de forma exclusiva. Matania no decepcionó. Publicó semanalmente, sus dibujos aparecían muy a menudo en la portada de la publicación, o ocupaban doble página en el cuerpo central de la revista. Su fama se acrecentó de forma exponencial ya que millones de personas se formaron una imagen de la guerra y de lo que allí acontecía gracias a las ilustraciones de Matania. El realismo con el que detallaba los principales acontecimientos o episodios de la guerra le valieron un meritorio lugar entre los dibujantes de la época. Pero no sólo publicó en The Sphere, sus ilustraciones fueron vendidas al Illustrated London News y a l’Illustration entre otras.
El principal mérito de Matania reside en trasladar la crudeza y la miseria de la guerra, pero también transmitirá una imagen humana y cercana de aquellos que están en el frente al público general. Éste verá la guerra a través de las ilustraciones de los dibujantes, y en este caso, el extremo realismo de Matania es uno de los intermediarios más autorizados, ya que a parte de su papel como ilustrador para una de la publicaciones más prestigiadas de la Gran Bretaña, el Ministerio de propaganda británico lo contrata para que realice periódicamente visitas al frente occidental e informe a través de sus ilustraciones. Incluso algunos de los regimientos del ejército británico le encomendarán algunos trabajos. Fortunino Matania recibirá la consideración de artista de guerra en toda la acepción de la palabra ya que visitó numerosas veces el frente, lo que le permitió observar de primera mano la situación vivida por los soldados y sobretodo charlar con ellos, lo que le permitiría tener una visión más completa del drama que allí se vivía. Ninguno de los ingredientes que fue recogiendo se quedó en el tintero, los acabaría plasmando de alguna manera en sus dibujos: la agonía, la tensión, la crueldad, e incluso lo humano de la guerra. Matania, sin embargo, no era omnipresente y cuando tenía que dibujar algún acontecimiento en el que no había estado presente, las fotografías, los testimonios y los datos de primera mano de los protagonistas le proporcionaban la información suficiente. Sus ilustraciones son ante todo conmovedoras. En su tiempo reflejaron una heroicidad y unos valores que hoy día son observados como escenas de una de una épica casi imposible. A pesar de la crueldad de la Gran Guerra, las ilustraciones de Matania nos la presentan como la última guerra romántica.
Es muy frecuente describir a Fortunino Matania de fotógrafo plástico ya que sus ilustraciones muestran tal realidad y profusión de detalles que una cámara fotográfica no podía captar.
Después de la Gran Guerra, colaboró durante casi veinte años para la publicación Britannia and Eve, de 1929 a 1948. Trabajó asiduamente para proyectos publicitarios y editoriales en los que sus dibujos de temas bíblicos y de la Antigüedad clásica alcanzaron gran renombre. Su fama llegó a oídos del cineasta Cecil B. DeMille. Éste lo contrató para que realizara algunas de las ilustraciones de los paisajes que acabaron apareciendo en alguna de sus películas, como por ejemplo Los Diez Mandamientos de 1959. Entre otros proyectos de Fortunino Matania figuran su trabajo para la publicación Look and Learn o algunos dibujos publicitarios para Burberry.
Sin embargo, Matania pasará a la posteridad por sus trabajos para la revista The Sphere y su cobertura ilustrada de la Gran Guerra.

12 ago 2008

The First World War de John Keegan


Keegan, John. The First World War. London : Hutchinson, 1998


Que John Keegan es un reputado y prestigioso historiador militar británico no lo niega nadie, que su obra en conjunto supone una importante contribución al mundo de la historiografía militar tampoco y que algunas de sus opiniones sobre diferentes aspectos de la historia militar han generado encendidas y polémicas discusiones no pasan a nadie inadvertidas. Por todo ello y más, el análisis de su obra "The First World War" cobra un especial interés. Los especialistas en el campo de la historia militar de la Gran Guerra afirman sin tapujos que las tres mejores síntesis sobre la Primera Guerra Mundial son británicas: The First World War de Hew Strachan, The First World War de David Stevenson y la reseñada The First World War de John Keegan.
La obra de Keegan parte y está estructurada como un análisis general del conflicto. A pesar de ello, el autor se sumerge a menudo en especificidades o análisis profundos que aportan ese plus que otras obras más generalistas dejan en el tintero. Estas huidas hacia adelante son numerosas, como por ejemplo, el estado del ejército ruso antes de la Gran Guerra, la idiosincrasia del ejército italiano, el análisis del frente occidental a través de la topografía y la orografía de los casi ochocientos kilómetros de línea de frente e incluso se atreve a expresar su opinión sobre el polémico tema de los altos mandos durante el conflicto. La exposición de los contenidos sigue un hilo cronológico en ocho capítulos, ya que el primero y el último son prólogo y epílogo. La estructura o sumario del libro de Keegan es el siguiente:

0. Prólogo. Una tragedia europea
1. La crisis de 1914
2. La batalla de las fronteras
3. Victoria y derrota en el este
4. Callejón sin salida
5. Más allá del Frente occidental
6. El año de la batallas (1916)
7. La descomposición de los ejércitos (1917)
8. América y el Armageddon (1918)
9. Epílogo

Keegan disecciona perfectamente la Gran Guerra y no deja apenas escenario bélico sin comentar. De entre los frentes minoritarios, tienen especial consideración la guerra en África, el frente caucásico y el frente mesopotámico. Detalla con especial maestría, en cuanto a síntesis, la cuestión del Cáucaso y los factores que llevaron al fracaso turco en la misma. De igual forma, la disección del régimen otomano en la antesala de la guerra está muy bien trenada. Aunque la intencionalidad, confesada, del autor es acercar este conflicto al gran público, no deja de lanzar guiños al público no profano. Uno de esos guiños es el claro alineamiento de Keegan a favor de los Altos mandos aliados en general. Aunque no se centra en la figura de Haig, como ha hecho en otros textos o libros, sí carga las tintas contra un Lloyd George al que le dedica algunas flores como desleal o egocéntrico. En pocas palabras, expone sus tesis mediante la técnica al negativo.
El estilo narrativo de Keegan es sencillo, su visión lúcida y su expresión clara. No se prodiga en florituras estilísticas, aunque se le agradecen las numerosas inclusiones de testimonios, declaraciones y fragmentos de diarios que ilustran a la perfección la narración histórica. La bibliografía es extensa, comentada y especializada. Sin embargo, este apartado me ha planteado algún inconveniente. La consulta de las notas bibliográficas no es cómoda ya que éstas se encuentran ordenadas por capítulos al final del libro, por lo que si se quieren consultar hay que ir desplazándose en todo momento a las últimas páginas del libro. Considero que en una obra de estas características es más cómodo para el lector que las notas consten a pie de página. El apartado gráfico tampoco no es otro de los fuertes del libro, aunque los pocos mapas que aparecen son muy correctos y claros.
Desde el punto de vista no formal, la obra de Keegan adolece de algunas, a mi parecer, derivas innecesarias o no del todo afinadas. El historiador británico incurre inevitablemente en una anglofília no exagerada, pero que en momentos le permiten expresar una posición ponderada sobre alguno de los frentes. La batalla del Somme es un ejemplo, Keegan expone el desastre sin paliativos, sin máscaras, pero aún así lo envuelve de una trágica épica de lo inevitable. Aún así, en ningún momento ninguna de sus afirmaciones salpica los más mínimo hacia los responsables últimos de la planificación de la batalla. El desastre lo justifica por la sólidas fortificaciones alemanas, por la no destrucción de los cinturones de alambradas, etc. Sorprende.

Continúa en: The First World War de John Keegan (II)

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